viernes, 4 de enero de 2013
Derrame Humano
Esparcir los recursos materiales que puedan ser necesarios para saciar las necesidades humanas, es una actividad que los gobiernos van dejando en manos de expertos y de especialistas que técnicamente nos proponen supeditar las prácticas productivas del hombre en todos sus órdenes a los designios del mercado de todas las cosas. Esto sería: el aumento de la mano de obra para que surja una mayor productividad y a su vez un incremento en el tráfico de bienes y de servicios, generando mejores salarios y más empleo. Es inimaginable esta sincronización que nos plantean sin la docilidad de una organización estatal corregidora y sensata. “Esta decantación no siempre puede terminar en derrame. Y si eso fuera unívoco… diría que el derrame no siempre puede tornarse materialmente expansivo”
El “derrame” al que en estos días quiero referirme y el que quiero significar, trasciende las meras estrategias adoptadas por los entendidos en la materia en cuanto a sus planes para distribuir de un modo más equitativo, los recursos creados por el ingenio y por el sudor humano para que estos sean suficientes según el entramado social y con la mejor simetría en la relación necesidad-demanda que hay entre los seres del estambre que venimos dotados de razón, de espíritu y de alma.
Digo entonces que a mi modo de ver, la concepción del derrame humano que imagino consiste en activar todas nuestras aptitudes y capacidades en pos de una comunidad doliente, lúcida y reflexiva y ¿cómo se daría este excepcional desafío en cada uno de nosotros?
Respuesta:
Paso Primero, admitiendo desde nuestra obcecada individualidad, ponderaciones internas genuinas, que nos van a hacer sentir como únicos poseedores de diferentes unidades de medidas ínsitas en nuestros pensamientos y cautivas a veces de nuestros sentimientos, útiles para medir y para orientar nuestras potencialidades y de detenernos ante nuestras limitaciones… lo que podemos ser, lo que no podemos ser… lo que queremos dar… lo que no queremos… el trazo de nuestra voluntad para emprender… algún apagón en nuestras ilusiones… el renacer de nuestro conocimientos… aquel sonido que nos revive… … … etc.
Paso Segundo, ver al otro… en el otro. Esto puede darse sí y sólo sí, cuando nuestra mirada es receptiva de la comprensión que debe tener el otro de nosotros. Concretamente en un plano de interacción social, nosotros estamos conectados de una manera gregaria y desde este Segundo Paso a seguir, es un buen ejemplo figurar un asalto a mano armada por el que la víctima sufre un despojo arbitrario y repudiable que puede terminar en una fatalidad evitable, cuando lo que en realidad el ladrón quería era el botín del atraco y no la muerte del violentado. Dando este Segundo Paso, víctima y victimario estarían en la misma frecuencia valorativa… ambos aplicarían un mismo baremo. Otro ejemplo, entre los indigentes y los pudientes de una sociedad, la actitud dirigida a los fines de este Segundo Paso es la que va a redefinir esta dualidad social, regenerándola hasta convertirla en un solo bando de hombres y mujeres, de grandes y de chicos… hasta convertirla en el bando de los que reproducen mejores causas para mejores oportunidades y derechos entre los componentes de esa referida sociedad, entendiendo que se pueden combatir las causas y los factores que generan desigualdades universales tan marcadas, por el insistente ejercicio de tratar de sumar aptitud y conocimiento a las grandes dificultades que atraviesan los “otros de la sociedad”, sin confundir la multicultura con la subcultura y por pensar en función de COMUNIDAD. No entender la conjugación de nuestra actitud personal en torno a nuestras aptitudes físicas e intelectivas, es no ser honesto con uno mismo (no poder dar un Primer Paso) y despreciar la humanidad que hay en el otro (y por ende, no poder dar el siguiente paso).
Paso Tercero, formularnos el Segundo Paso y dirigirnos al Primero… posarnos en el Primero y animarnos a dar el Segundo… y así, todas las veces… todo el tiempo.
En eso consiste el derrame humano, en bajar al sótano toda mezquindad que no nos ha permitido llegar al otro y en aceptar que nuestras desdichas no se han ido por dejar de lado nuestra humanidad social, que se va de a poco corroyendo… en un desván de insensibilidad manifiesta.
Publicado el Viernes, 04 Enero 2013 23:20 Autor Italo Selser.
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