viernes, 12 de octubre de 2012
Manifiesto para el año 2020
En esta oportunidad me gustaría proponer a los lectores a través de este medio informativo e independiente, un análisis que contrapone los derechos de enseñar y de aprender; el de gozar de un sistema integral de salud; el de disponer de los distintos servicios públicos de transporte; entre otros… etc., con referencia al modo de un derecho que se figura en la acción directa de “paro” como una medida y modalidad dentro del derecho de huelga, agregado en nuestro texto constitucional desde el año 1957. El “paro de las prestaciones que debe realizar el trabajador” de cualquier establecimiento o unidad técnica empresarial destinada a la ejecución en la producción de bienes o en la de dar algún servicio a los habitantes o a los consumidores. En esto consiste el paro en el servicio que nos otorgan los trabajadores… en una interrupción de las tareas acordadas. La “huelga” por lo tanto, será el marco de la protesta colectiva, mientras que el paro en la actividad o, el trabajo a reglamento de las prestaciones o, la labor a desgano o los piquetes, serán las muecas de ese contorno llamado: derecho de huelga.
El choque que se genera y al que me estoy refiriendo, se hace notorio cuando el ejercicio de alguno de estos derechos con los que el ciudadano cuenta –el de aprender, el de poder curarnos y el de viajar hacia nuestras casas o hacia nuestros trabajos, entre otros- se ven jaqueados e insatisfechos por la yuxtaposición de otro de igual jerarquía jurídica como lo es el derecho de huelga en la protesta, aunque en diferente posición dentro de un plano de interacción social en donde asoma la figura del paro en las prestaciones prometidas para una correcta efectivización de los servicios públicos de alto impacto comunitario. Con esto quiero decir que la realización de una determinada huelga generalmente encuentra su fundamento en un reclamo justo y eso la constituye en una actitud colectiva legítima. Sin embargo en el siglo XXI es inadmisible que tal derecho de protesta laboral de los servicios públicos de mi país -el paro- gesticule con la mismas facciones del siglo pasado y que ha llevado a muchas necesidades del ordenamiento urbano a situaciones similares a las vividas a fines del siglo XIX.
Es decir, de incipiente transporte, poca salud… pocas escuelas. No poder disponer de un medio de transporte público general confiable y eficiente es una inobservancia de estrategia estatal, no contar con escuelas primarias y secundarias que brinden las oportunidades para el desarrollo y fortalecimiento en la formación integral de cada alumno para definir su proyecto de vida, basándose en los valores de libertad, paz, solidaridad, igualdad, respeto a la diversidad natural y cultural, justicia, responsabilidad y bien común… es inaceptable y una lenta pérdida de la soberanía cultural y no poseer por parte del Estado nacional, los Estados provinciales y sus comunas; la llave de comando en cuanto a un seguro de salud integral que involucre a todos o cualquiera de sus súbditos, activando políticas públicas que tiendan a garantizar el cumplimiento del derecho humano a la salud, a la educación y al trabajo con el que toda persona debe contar. Un “servicio público” debe estar conectado fehacientemente con los órganos de control de la Administración Pública tanto nacional como local.
Esta necesidad básica y cotidiana que cualquier pueblo moderno tiene, encuentra satisfacción en la uniformidad, la regularidad, la igualdad, la transparencia y en la continuidad que todo servicio público debe comprender. Realizar una medida de acción directa que se apoye en “el paro” o la interrupción de la prestación de un servicio público que debiera redefinirse como un servicio público esencial de interés social visto que en la actualidad lo son el servicio a la educación primaria y secundaria, la salud asistencial, el acceso al transporte de corta, media y larga distancia, la televisación por canales de cable, el expendio de garrafas de gas licuado butano-propano… debería quedar como un recuerdo de los paros del pasado, que han sido útiles en otros tiempo y que en la actualidad poco nos ayuda y mucho nos confunde. La huelga, por cierto… sigue siendo una herramienta acoplable a estos tiempos, mientras que el paro: determina la fatiga de este instrumento y la poca precisión en una eficaz solución a los conflictos actuales.
Publicado el Viernes, 12 Octubre 2012 23:33 Autor Italo Selser.
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